“Luciano Arruga estaría desaparecido” o la curiosa prolijidad de los medios
Por DocSur Colectivo de Comunicación
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Luciano Arruga desapareció el 31 de enero de 2009 y lo vieron por última vez en un destacamento policial en Matanza.
Que los llamados “medios masivos de comunicación” son empresas capitalistas y el contenido de su programación pone en el centro los problemas, las preguntas y los miedos de algunas clases sociales y no de todas es una realidad pocas veces puesta sobre la mesa. Semejante afirmación da por tierra con la estrategia de difundir repetidamente que los medios hablan “por la gente” y no por un sector. En eso, empresas de comunicación y gobierno/estado se parecen aunque tanto peleen. Ambos se arrogan la representatividad de todos. Solo en determinadas épocas, cuando sus intereses se ven tocados, ellos mismos pierden la elegancia y muestran su verdadero rostro. Esta es una de esas épocas.
Los medios dicen, de Luciano y de otros, “habría desaparecido”, “hay que chequear la veracidad de la información” o que “no es primicia y por eso no lo podemos publicar”. Es la tibieza que no tienen cuando afirman: “Aumento la inseguridad”, “1 crimen cada 4 minutos” o “La crisis causo dos nuevas muertes, los piqueteros se mataron entre ellos”. Nunca escucharemos, ni en el canal, la radio o el diario comercial mas progresista “la policía mata y tortura todos los días en sus comisarías”. En cambio, la duda sobre las victimas. Una vez más. Como cuando se decía de los asesinados por la dictadura “no están ni muertos, ni vivos”. El mismo cinismo.
A pesar de la insistencia de la familia de Luciano y de diversas organizaciones que hoy luchan por su aparición, el caso fue ignorado largo tiempo por las empresas de comunicación. La misma prensa que ha exaltado hasta el paroxismo las “personas comunes” (de clase media, sirva la aclaración) víctimas de robos y homicidios, hizo en este caso un silencio fatídico . La desaparición de Luciano ocurrió a pocos días y a pocos metros de otros dos casos cubiertos hasta el hartazgo: el asesinato del florista de Susana Giménez, y el del preparador físico de Guillermo Coppola. El “acontecimiento-social” Axel Blumberg desencadenó una serie de masivas movilizaciones “espontáneas” y un posterior endurecimiento del código penal. El acontecimiento Capristo (aquel “trabajador-común-y-corriente-salvajemente-asesinado”, repetían fieles los movileros) derivó en una fuerte presión por bajar la edad de imputabilidad de los menores.
Con Luciano fue al revés, la movilización y el trabajo de los familiares y los militantes de derechos humanos, termino quebrando el silencio. El 3 de agosto de 2009 en el programa "Caiga Quien Caiga" CQC emitido por el Canal Telefé de Buenos Aires, un grupo de estudiantes quiso mostrar lo que no estaba dicho, poniendo en evidencia que una voz no estaba en la mesa de todos. “Luciano Arruga está desaparecido por la Bonaerense hace seis meses”. Para no tener que hablar del tema, una de las conductoras del ciclo se detuvo en el método, “no es la forma”. Es un razonamiento que muchas veces hemos escuchado desde el activismo o la militancia cuando, luego de que nuestros reclamos sean ignorados sistemáticamente, las organizaciones definimos alguna medida de fuerza. “No es la forma”. Pero nadie dice cual es la forma. Finalmente CQC termino haciendo una nota sobre el caso Arruga, que nunca hubiera existido sin la “irrupción irrespetuosa” de aquella noche de agosto de 2009.
La desaparición de Luciano no es una incógnita, es una certeza. Pero ante los ojos de millones de televidentes los medios masivos de comunicación ocultan. No ocultan solo mintiendo u omitiendo, sino eligiendo. Poniendo en el centro de la escena una campaña derechista y reaccionaria que no tiene otro objetivo que militarizar los barrios, bajar la edad de imputabilidad, perseguir a los jóvenes, a los rebeldes, estigmatizarlos, separarlos del resto de la sociedad, de la “gente normal”. Preparar el terreno. Probar. Intentar a ver que pasa. Esa es la estrategia hoy. De pronto: la solución mágica: personajes como Eduardo Duhalde aparecen pidiendo más poder para las fuerzas represivas para “cuidarnos” (léase: contener toda la bronca que crece desde abajo en un país donde aún teniendo el privilegio de un trabajo el dinero no alcanza y cada vez son más lo que menos tienen).
Miles de minutos de aire para De Narváez (padrino del destacamento vinculado a la desaparición de Luciano), o para el falso ingeniero Blumberg. Ni siquiera 30 segundos de aire para los jóvenes pobres. Para decir que la policía los busca para hacer el trabajo sucio. Y que cuando se niegan, los castigan. Esa es la historia de Luciano Arruga. No la del chorrito que robaba celulares y se enfrento a una policía “que nos cuida a todos”.
En el capitalismo, aquello que llamamos “actualidad” es un objeto fabricado, un producto que se vende y las empresas de comunicación son la industria encargada de producirla. Los medios producen realidad social como experiencia colectiva. “La gente” siente que vivió lo que escucho y vio. Allí radica su letal impacto. Y aunque con mas grietas que antes, estos medios, estos monopolios, mal que nos pese, aun conservan una fuerte legitimidad para objetivar (contar como verdad) un punto de vista, una “versión” afín a los sectores que representan. Esa legitimidad hacia estas y otras “instituciones” del sistema no se da, como quieren creer muchos sectores progresistas, solo entre las capas medias. También esta muchas veces en el propio pueblo, que piensa y vive con cabeza ajena, preocupado por los robos o la inseguridad cuando no tiene nada para que le roben. Hablando despectivamente de personas de su propio barrio o generando nuevos campos de exclusión entre pobres (los inmigrantes de países limítrofes, por ejemplo).
Así, sabiendo con que contamos, la pelea es por hacer asomar nuevas subjetividades que se opongan a las que pretende imponer el sistema. Esa es la lucha que debe convocar a medios alternativos, periodistas militantes, colectivos de comunicación popular… todxs lxs productorxs de “otros sentidos”. Es una lucha que no se puede dar imitando al noticiero televisivo, o al diario de tirada nacional. Es una disputa por los contenidos pero también un intento de subvertir las formas, los métodos, las estructuras de decisión, las formas de participación, los lenguajes, la formación de los comunicadores, promoviendo el cruce de experiencias, derrumbando los muros entre los “oficios”, invitando a que los grupos y comunidades se cuenten a si mismos, y que dejen de delegar en “profesionales”, por mas revolucionarios que estos sean, la tarea de construir su propia historia. Desde nuestras trincheras, convocamos a todxs a esta tarea, vital y estratégica para el tiempo histórico que nos toca vivir.